Vuelven
a sonar en los estrados judiciales y mediáticos la discusión sobre la preservación o urbanización de los
cerros orientales.
Ese
debate de “progreso” vs autoconservación me contagió de cierto afán “apocalíptico”
sobre los pulmones de Bogotá. Por eso, este
bogotano de treinta y muchos años que aún no conocía el sendero de la quebrada “La
Vieja” aceptó la formal invitación de una periodista entusiasta por los temas
ecológicos e iniciamos el camino para conocer este espacio que reivindica la fe
sobre una ciudad capaz de pensar en el medio ambiente.
No
hubo terminales de transporte ni largas jornadas en carretera. Tan solo una
refrescante caminata, muy temprano, en el sábado chapineruno para llegar al
punto donde locales y visitantes comienzan el recorrido.
La
meta, ver desde los cerros la majestuosidad de una ciudad desafiante pero
acogedora, ambientado por el ruido del agua fresca que cae en medio de rocas,
eucaliptos y muchas otras especies propias del sub páramo.
Lamentablemente hace poco prohibieron la entrada de los
perros. Quizás por el descuido de sus acompañantes humanos al no mantener
limpios los senderos. Ojalá se reconsidere esta medida.
Fotos: Andrés Monroy Gómez
@AndresMonroyG
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